martes

la desgracia, la belleza y el amor.

1 El arte: desgracia, belleza y amor.

La belleza es una fuente de conocimiento diferente a la vía del intelecto, de la ciencia, para Simone Weil, no obstante, arte, ciencia, ética se relacionan mediante una mística que aparece como el núcleo de una cultura que permite hacer frente a los males que sufre el hombre occidental, males que se relacionan con la falta de raíces, con el debilitamiento de la capacidad de aceptar la desgracia, de afrontar los problemas que el hombre encuentra en su vida, con la perdida de la capacidad de sufrir y de hacer de este sufrimiento llave de conocimiento. Simone Weil frente a esto, propone recuperar el amor impersonal, lo sagrado del ser humano frente a la idolatría y el culto de uno mismo, el egotismo propio de un hedonismo solipcista que sólo tiene en cuenta la expansión de la personalidad propia, la búsqueda de los intereses personales. Ambas formas, egoísmo e idolatría, son fruto de la mentira y conducen a la soledad, al aislamiento, al miedo al vacío propio, producen o bien dependencia o bien insensibilidad moral por la desgracia del otro. Frente a ello, no hay que tener miedo a la soledad, sino hacer de ella una aliada que permita el surgir de una atención, que más allá del tiempo y del espacio, posibilite al hombre arraigarse, buscar en lo impersonal el bien, y de dicho bien, sacar energía. No subordinar el propio destino a lo que haya ocurrido en la historia, tomar distancia para comprenderla, afrontar los problemas por uno mismo. Lo que uno conoce es su circunstancia, pero nada se tiene a priori, y nada es para siempre, los problemas son fruto de los errores de la pasión, del deseo que aniquila las alas. Frente a ello, queda la alegría de no ser nada, plenitud de una alegría donde no hay ningún yo, ya que todo yo es sufrimiento, resultado de no ser capaces de aceptar la soledad y el vacío: ser que al sufrir percibe su vació, vacío que le conduce a reproducir su sufrimiento. Hay que sufrir hasta matar el yo, toda muerte conlleva una nueva vida, donde el amor permite amar de nuevo, la ciudad, el mar, lo admirable que hay en una persona,1lo bello.

Lo bello, la verdad en tanto que contacto con la desgracia y el bien son medios, metaxus que han de permitir al hombre encontrar el equilibrio, aún en el peor de los desequilibrios, pero no desde la voluntad, sino desde una atención que es puro amor, desde un deseo orientado a lo ilimitado, a lo trascendente, desde la renuncia al yo egoísta, mediante un ¨esfuerzo orientado hacia los valores de lo verdadero, lo bello y lo bueno inscritos en la realidad, lo cual solo se percibe plenamente desde la renuncia a la proyección subjetiva sobre el mundo.¨ 2 Hay que encontrar un equilibrio entre aquello de lo que uno depende y la libertad, libertad que es la capacidad de superar la dependencia mediante un pensamiento de la acción que precede a la acción. 3Hay que aceptar el vacío que hay en cada uno para que el pensamiento se renueve desde lo impensado que permite pensar, recordar, hacer de la desgracia suelo fértil donde crezca la gracia, forma que permita alumbrar el orden propio de la belleza del mundo, transformar el mundo al desvelarlo, no desde el miedo que encadena, sino mediante la alegría que libera, búsqueda de la armonía en medio del grito, de la angustia, desde un amor que engendra luz y belleza,4aquello que religa de nuevo lo que estaba separado. Lo bello, como a priori existencial, aparece como medio que permite al hombre relacionarse con la realidad dando más sentido a su vida, hace de los problemas que el hombre encuentra en su relación consigo mismo, con los demás y con su medio, forma de conocimiento, aprendizaje, brújula que permite al hombre salir del laberinto de las pasiones destructivas que lo llevan a perder su camino, a ser incapaz de volver sobre sus pasos, y dirigirse a algún sitio concreto, cuando anda vagabundo y desvalido sin saber a donde. Lo bello es la herida, es el capullo de donde nacen mariposas mediante un amor que es la mirada del alma, amor como nota secreta que al vibrar hace que consintamos a todo lo que ocurre en el mundo como un bien. Lo que salva o pierde es algo infinitamente pequeño,5el grano de mostaza, la levadura del pan, lo divino que hay en cada uno, aquello que mediante la soledad. el hombre busca en su interior como cambio de orientación total de su alma hacia el bien.

Hacer de la vida algo bello, buscar el todo sin detenerse, hacer de la herida, de la perdida de aquello que el hombre quería un intermediario para alcanzar la realidad, 6consentir a la desgracia, a la ausencia, hacer de la espera una forma de que entre la luz, esperar a que amanezca, no buscar el bien fuera, en tanto que ya está dentro: no será o ya ha sido, ya es. Romper el desequilibrio que hace que el hombre sea marioneta de un juego de fuerzas que no controla, para eso, sentir todo el universo como un segundo cuerpo por amor.7 Lo bello es lo inmutable, no lo generado, finalidad sin fin representable, sin objeto, ya que su fin, transcendente, es la propia belleza del mundo que supone el conjunto de los medios empleados para la recreación de la propia vida, para aceptar de la desgracia y  la perdida, que también, es una forma de evolución, de crecimiento, de hacer frente a las necesidades del alma, de expandirse interiormente y cambiar las condiciones en las que se desarrolla la existencia. Creación como arte del amor, como forma de rehabilitar el vínculo entre el hombre y su realidad, del espíritu como la relación que mantiene el hombre con el mundo,8 como puentes que hacen del deseo medio de regeneración interior y práctica de vuelta al mundo, amor como respeto a los demás y a uno mismo que permite desarrollar aquella sensibilidad que germina y crece como medio de curación del alma.9 Arte como forma de reproducir el orden del mundo desde uno mismo, orientando el deseo no hacia lo ocurrido o hacia lo que ocurrirá, sino hacia un presente que permite hacer del tiempo un círculo que relaciona lo sido con lo que será sin quedar anclado, fijado, a ninguno de los dos polos,¨ cuando observamos esa equivalencia del futuro y el pasado, estamos atravesando el tiempo hasta la eternidad, y, liberados así del deseo orientado hacia el futuro, no estamos liberando también de la imaginación que lo acompaña y que es nuestra única fuente de error y de engaño¨10. Arte que permite controlar la relación que cada uno mantiene con el tiempo para que el tiempo no lo controle a él, de tal forma que el alma suba hacia lo alto, gracia que permite hacer frente a la gravedad de aquello que tira hacia abajo, el deseo ilimitado, las pasiones destructivas. Dicha forma es la armonía que permite al hombre controlar sus necesidades mediante su inteligencia, persuasión, dulzura de amor puro de aquel que ha escondido su corazón más allá de este mundo por amor, aquel capaz de volver su mirada y su deseo hacia aquello que no tiene nombre, y que está más allá de todas las convenciones sociales e idolatrías. Para ello, el a priori no es la voluntad, el querer, sino un deseo capaz de renunciar a un deseo más bajo para encontrar otro más importante, forma de hacer de la caída donación, forma de sanar las conexiones mentales rotas tras los ¨ crujidos ¨ propios a la toma de contacto con la desgracia, capacidad de relacionar lo que se piensa con la naturaleza originaria de donde surge lo pensado. Ciencia de las pasiones humanas, del amor que estudia la totalidad de la realidad psicológica del hombre en torno a lo que limita, y a lo ilimitado, ciencia y belleza que se mueven entre la necesidad y el bien, sin confundir ambos planos. Catarsis como consolación y aceptación de la fatalidad, no ir de la necesidad hacia el bien como plantea el socialismo de Antonio Gramsci y en general el marxismo, sino ir de la necesidad sufrida a la manejada mediante la comprensión del entramado de causas y efectos que producen la angustia del hombre, aceptación sin más de toda la carga de desdicha y de dolor, pero también de belleza y alegría, que habita en la vida. La belleza es el único valor universalmente reconocible que existe,11y lo único que permite hacer frente al mecanismo ciego e implacable de la necesidad, mediante una providencia que aparece como sumisión sin violencia a la sabiduría amante, al amor que ilumina y alumbra en las demás almas un amor similar, aquel que hace coincidir los elementos que parecían más enemigos, más enfrentados, mediante la gestión del ritmo y del tiempo, de tal forma que lleguen a un acuerdo que integra las diferencias en un nivel diferente. En tal sentido, la música es la ciencia de las tendencias amorosas relativas a la armonía y al ritmo en las relaciones humanas. Del amor desmesurado hay que ir a la moderación mediante el bien. Curar los males mediante un amor que puede ser causante del ennegrecimiento del alma, el mal amor, la pena negra o melancolía; o el médico de esos mismos males, amor capaz de curar el mal y el pecado. Cada hombre es un símbolo, dónde lo más oculto aparece como lo más manifiesto, un ser que busca y es, una contraseña, persona capaz de dar respuesta a la radical insuficiencia del ser, a su abandono, como renacer en una unidad que supera la separación del sujeto y del objeto, unidad de quien se conoce a si mismo, y se ama como apertura al otro en radical escucha. La integridad que se consigue por el amor es superior a la que se había perdido en nombre de la falta. Se introduce en el alma, en la consciencia, permite recuperar la fluidez y el equilibrio, alumbrar lo bello, hacer de la memoria dolorosa creación, belleza. Amor que no comete injusticia, la violencia no le toca, ya que por amor a escondido su alma, para ser, ha dejado de ser. Ni hace ni padece, sino que consiente a todas las heridas que le causan el orden de los acontecimientos,12una vez que ha tomado en cuenta que el valor del hombre tiene más que ver con la manera en que hace frente a los problemas que encuentra en su vida, que por la altura de sus obras o el valor de su talento. El hombre es responsable de la forma en que hace frente sus problemas, pero no siempre del éxito respecto a aquello que se propone, ya que hay valores y factores externos que no controla.

En el caso del arte, no se trata de un conocimiento que permita hacer frente a las contradicciones, a los problemas, mediante la razón, de hecho los excesos de la razón son uno de los principales causantes de los males del hombre moderno: la locura es más un exceso que una falta de razón. El arte permite gestionar las emociones, aprender a partir de ellas, pues no son sino un indicador de la relación mantenida con la realidad. Su objeto es una belleza que aparece como un consuelo, amor que permite colocar a cada uno su corazón y su tesoro mal allá del alcance de todo mal, de toda fuerza y mentira. Virtud que sólo conmueve cuando es bella,13belleza que conmueve, interesa y acerca a lo real. Cuando desaparece la armonía, aparecen los dolores, 14un schock que rompe la mediación, el espacio vacío, el entre, que relaciona al hombre con lo real, y a los hombres entre si. Frente a ello hay que recuperar la capacidad de mantener la distancia, el libre consentimiento y disposición hacia los seres animados, el control de los deseos particulares para reencontrar un equilibrio dentro del desequilibrio, yendo de lo que separa mediante la imposición y la dominación de un yo que no despega, pues está preso de la gravedad de lo ocurrido, a una inteligencia que forma una imagen de la relación que existe entre el objeto contemplado y la mirada que lo contempla, atención capaz de leer en la realidad las relaciones que en ella se producen, aceptando todo cuanto existe incluido el mal, a no ser que sea posible impedirlo.15Mirada que hace del sufrimiento fuente de conocimiento, recuerdo que permite recuperar la alegría frente a aquella tristeza que cuando habita el corazón demasiado tiempo vuelve loco al hombre. Belleza que permite  recordar imágenes de realidades que muestran lo perenne, la raíz que permite arraigar al hombre más allá de los baños calientes de casa, de las zonas de seguridad propias del miedo y la dependencia. Raíces que nacen en el cielo, tierra de donde surge un espíritu que es donación y renuncia, pobreza y abundancia, alma que ni sufre violencia ni la ejerce en contra de nadie, ser que, ¨si no renuncia a amar, un día acabará escuchando, no ya una respuesta por lo que clama, pues tal respuesta no existe, sino el silencio mismo como algo más pleno de sentido que cualquier respuesta¨.16

Para ello, hay que hacer de la locura que conlleva todo amor, no algo que pierda de dicho pasado o deje obsesionado con lo que ocurrió, sino forma de conocimiento. Lo que obsesiona es aquello que no es propio sino fruto de que el otro, o lo otro, ha interferido en uno mismo separando al hombre de lo que es. Las malas compañías llevan a inclinarse hacia la injusticia, a olvidar lo bueno que se ha vivido, a perder la escala de valores de uno mismo, que termina por culpar al otro de los problemas propios, lo que crea mala sangre en la cabeza, pierde al hombre y deja heridas que no cicatrizan, se hacen patológicas. Frente a ello, de lo que se trata es tanto de reorientar la mirada hacia lo que ha de ser visto, como de mantener una tensión con lo real que permita no caer en el tedio, todo ello con objeto de reencontrar un equilibrio que se iguala al bien y que permite  aceptar la verdad por muy amarga que esta sea. Equilibrio que no tiene tanto que ver con la relación que aparece entre el pensamiento y la acción, como con una ciencia del deseo y las pasiones humanas basada en la espera, en la búsqueda interior que libera de las cadenas exteriores, en la búsqueda de un lugar primigenio donde el hombre se encuentra intacto, lugar donde nada ni nadie puede hacerle daño. Principio rector que permite guiarse por la vida de forma sana y equilibrada, belleza que permite superar dicho sufrimiento mediante una catarsis que empieza por el reconocimiento del dolor como llave de sabiduría, no el dolor que se busca por romanticismo o de forma masoquista, sino aquel que todo hombre encuentra en su vida.

Después del choque con la realidad, el dolor, el estremecimiento y la angustia no son sino los espantos propios de la caída. Si se acepta y al mismo tiempo se pone toda el alma en el amor, siempre que ese amor sea puro, se empieza a recibir un riego, un flujo que primero calienta y después riega la esencia rompiendo la esclerosis que impide el surgimiento de las alas, al alma brota, se desborda, hace que caigan las cadenas y la persona anda. A partir de esta filosofía platónica es posible desarrollar una teoría psico-fisiológica de los fenómenos que acompañan a la gracia frente a la gravedad, frente al miedo y los deseos ficticios que están en la mayor parte de ocasiones en el centro de los problemas del hombre. La fealdad, el amor posesivo o dominante, la mentira y la perdida de amor de si, hacen perecer al ánimo y caer en el vicio, en las garras de la gravedad, en los bloqueos emocionales que impiden al hombre contemplarse y contemplar el mundo a través de si. Por el contrario, manteniendo la calma, con la ayuda de la abstracción, el espíritu permite transmutar la energía que viene de fuera en clorofila, alimento, abono, luz que ilumina pero no quema, palabras que reconcilian con el silencio y acallan los gritos que moran en el olvido de si, del otro. Aparecen palabras que ayudan a vivir y que son atributo de lo mejor que hay en cada uno, palabras que se entregan como un regalo, una ofrenda que más allá del yo o del nosotros, relacionan a los seres con lo que están viviendo en un nivel distinto, más pleno, sereno, profundo, aéreo. Son palabras equivalentes a silencio, frente aquellas palabras a destiempo fruto de los miedos que hacen de la historia una competición irracional, situación donde el otro siempre es el motivo de lo que uno hace, de las propias faltas. Los hombres cuando están presos de las pasiones que no controlan, chocan, se destruyen los unos a los otros, la mayor parte de ocasiones en guerras y competiciones absurdas y sin motivo. Para limitar dicha competición hay que aprender a no odiar ni desear, en relación a la pasiones humanas: comprender. Imaginar una salida a los laberintos de narciso, belleza que permite ir más allá de la frialdad, del grado cero de la locura, del punto muerto que uno no ve de si mismo, ya que el ojo ve pero no es visto, y lo que no se supera o se esconde de uno mismo, siempre acaba por aparecer. Capacidad para ser mirado sin mirar, mirada que describe la belleza como lo más manifiesto, luz de luna que ilumina de forma tenue y no quema. Salida del laberinto como la única batalla realmente importante, la que cada uno desarrolla consigo mismo, la única digna de ser llevada a cabo a lo largo de toda una vida.

El amor degradado llenará al hombre de olvido, sino cambia la perspectiva sobre lo que ha sucedido, repetirá lo mismo en diferentes situaciones, caerá en bucles de los que no será capaz de salir, reproducirá un equilibrio catastrófico al pensar que la realidad ya es equilibrio, o verá un equilibrio pasado como la necesidad del presente, dejará la mirada clavada en lo sido o la imaginación en lo que será, perderá la tensión esencial con la vida y pasarán las cosas como sombras dentro de la caverna. Frente a ello, hay que salir de la caverna, de los miedos y deseos infundados, mediante la ayuda de lo sagrado que ya habita en cada ser. Mediante ideas, relaciones que surgen al unificar la multitud de sensaciones de un ser en torsión consigo mismo que relaciona lo profundo que habita en si con una visión general de la propia vida, de tal forma que sea posible mejorar la trayectoria de uno mismo de forma consciente, de evolucionar, de ver el valor de las cosas tomadas en su conjunto, de superar la angustia teniendo en cuenta que en los asuntos humanos no hay males o bienes infinitos, eternos, sino que en el caso del hombre, sino se remedia, lo único infinito es la falta de bien. De lo que se trata es de no dejar de nadar aunque parezca que está todo perdido, hacer del amor una fuente de agua que circula en el estanque de la vida, aceptando la desgracia, lo pasado, para ir de lo mismo que se repite en diferentes situaciones, a una realidad nueva, igual que la anterior, pero más plena.

En torno a la visión del socialismo de willian morris...

De vuelta a la obra de Fernández Buey sobre la utopía, se puede estudiar como se relaciona la utopía, en este caso de la Ilustración, y el socialismo, tal y como aparece en la obra de Willian Morris ¨ Noticias a ninguna parte¨. En dicho libro se pretende superar la visión de la mortificación por el trabajo, ya presente en la Teogonía de Hesiodo, sustituyendo el trabajo tedioso por el trabajo humano y agradable. 56. En otra obra del mismo autor, ´Como vivimos y como deberíamos vivir´, Morris, defiende la revolución como cambio de base de la sociedad que parte de que aunque la mayoría social está pasando problemas sociales, solo una pequeña minoría es realmente opresora. 57

Nuestro actual sistema económico y político desarrolla un estado de guerra perpetuo. Tanto la guerra como el modelo competitivo de la economía capitalista persiguen la ventaja propia en perjuicio de la de los demás, proceso macabro que nadie puede abandonar sino quiere ser el peor parado en la carrera, sea esta de individuos, grupos sociales o naciones. Llevado al plano de la política, la competencia capitalista es la primera causa de las guerras entre naciones supuestamente civilizadas.58 El socialismo puede ofrecer lo contrario, siempre que integre una premisa ideal como horizonte de legitimidad, tal y como defendiera Pi I Margal: si la reacción ha sido la guerra la revolución ha de conseguir y mantener la paz. Principio este de legitimación democrática que ya aparece por ejemplo en la ´Costituzione della Repubblica Italiana¨ de 1947, o en la ´Grundgesetz für die Bundesrepublik Deutschland¨ de 1949,

El hombre ha de protagonizar un papel adecuado a su medio social y natural, ha de elegir: o bien el hermano lobo cínico, violento, individualista y egoísta, ese que hace que seamos la segunda especie más autodestructiva de la cadena trófica, tal y como nos recordaba Juan Ramón Capella en su libro sobre la entrada en la barbarie, o por el contrario, conformar otro tipo de sociedad, una verdadera comunidad, donde el trabajo se regule por las necesidades del hombre, donde no sea necesario competir, sino más bien, conseguir el tiempo de vida necesario para conquistarse a uno mismo, con la ayuda de la convivencia con los demás miembros de la sociedad, la autoeducación y la cultura. 

Superado el miedo al hambre y el deseo de dominio, disminuye el miedo a los demás hombres y empieza la confianza en uno mismo y en el prójimo.59
A una parte de nuestra sociedad occidental, le preocupa demasiado poco la vida que se roba a una mayoría de personas en el planeta en nombre de la organización social del turbocapitalismo depredador. Para conseguir una sociedad más justa, no hay que permitir tal acumulación de riqueza en nombre del interés desmesurado de una minoría, sino repartir la riqueza y defender las tareas necesarias para la reproducción de la vida. Filosofía política que parte de una visión austera y realista respecto a las verdaderas necesidades del hombre, y de una premisa ética básica, ni mucho ni poco, sino lo necesario para un mínimo de dignidad y decencia, alimentación, vestido y techo. Una vida donde sea posible el cuidado mutuo entre personas y generaciones, así como la educación para la salud física y psicológica de los propios miembros que componen la sociedad. Sociedad de hombres y mujeres con una mente y un cuerpo activo, una comunidad en el que todo el que se respete a si mismo y al prójimo pueda vivir. Una sociedad que pueda afrontar los problemas propios a este tiempo que nos ha tocado, sin dejar que se desarrollen en su seno formas políticas de destrucción sistemática y premeditada del adversario, y desarrollando una organización del trabajo y de la sociedad que permita el sustento de toda la comunidad, y no sólo, el ansia de poder de unos pocos, sean estos los más fuertes o los más ricos: ni Darwinismo Social ni Adan Smith

La reivindicación esencial de una sociedad verdaderamente libre ha de ser la igualdad de condiciones y oportunidades a la hora de acceder a los bienes y valores sociales del trabajo y la cultura, reivindicación que tiene por objeto dejar atrás una sociedad injusta y profundamente inhumana. El mundo civilizado, para abrirse al resto del planeta ha de ser socializado, la riqueza ha de ser puesta al servicio de la mayoría de los habitantes de la tierra, tomando como premisa de inicio básica el cuidado del propio medio natural en tanto que formamos parte de él, así como el descentramiento del papel del hombre como señor y dueño de la creación: el hombre tampoco puede ocupar el papel de dios.

Así, al volver la vista atrás para contemplar el pasado, quedaremos asombrados al darnos cuenta de cuánto tiempo hemos soportado vivir como ahora vivimos.60

sábado

H.P Durr, ciencia y religión.

¨Me sumerjo en el mar de mis intuiciones e intento desarrollar a partir de ellas nuevas ideas, expresarlas con palabras y convertirlas en hechos¨, la vida consiste en esto.1

Hans Peter Durr, Catedrático de física del instituto Max Plank y discípulo de Heisemberg, desarrolla una cosmovisión que, salvando las distancias se encuentra en la órbita del pensamiento de una filósofa como Simone Weil. En dicho sentido traduce filosóficamente la física cuántica, el mundo de lo muy pequeño en un lenguaje religioso. La lectura que hace Weil de la física cuántica y de la relatividad no coincide plenamente, no es tan positiva, como la que hará Hans Peter Durr, pero si que hay una analogía en la forma de relacionar la ciencia y lo numismático mediante la figura de lo muy pequeño como manifestación de lo divino al nivel de la vida. Así la filosofía de Durr parte de que más allá de la realidad objetiva que percibimos, de la realidad material que podemos coger y dominar, existe una dimensión que se encuentra hasta ocho veces por debajo de ese límite de lo que podemos percibir, una realidad primigenia, espiritual, una figura-gestall que lleva a las cosas a ser lo que se son en un proceso continuo de recreación de la realidad. Para acercarnos a la realidad tal y como realmente es debemos de construir una paradigma cultural que atienda a ambas dimensiones, que integre estructuras referenciales con lógicas distintas. Una visión de la cultura de nuevo tipo capaz de relacionar la ciencia analítica que toma distancia de la realidad para comprender los procesos materiales propios a la mesosfera, ciencia de la que dieron un modelo convincente Galileo y Newton y que tradujo filosóficamente Descartes; con aquella otra visión que parte desde dentro de la misma realidad para vivenciarla, empatizar con nuestro medio para ser así capaces de recuperar lo sagrado y profundo que habitando y siendo parte fundamental de la vida, el hombre moderno parece haber olvidado 2. En dicha visión de la cultura, en dicho paradigma la realidad sigue una doble lógica complementaria, por una parte todo se relaciona con todo, pero a su vez sigue una lógica de lo abierto e impresvisible de una realidad que esconde lo que puede ser en lo que en apariencia es y donde conviven diferentes opciones en un mismo momento. Dicha lógica vista de cerca no es sino la misma lógica de lo real donde se mezcla una dimensión material que perdura, que se ve limitada por la forma que contemplamos, con otra que responde más a la forma de una nota musical, una sutil vibración en un espacio infinito en el sentido de Bergson. 3 Tal y como recoge Simone Weil del filósofo pitagórico Filolao, la ciencia es el arte que nos permite acceder a lo real mediante la justa proporción entre el límite y lo ilimitado, en dicho sentido, la filosofía se convierte en un medio que permite al hombre relacionarse con la realidad que vive.

Tanto para Simone Weil como para Durr, la separación entre religión y ciencia es muy perjudicial, de hecho para Durr es como si en nuestros días se hubiera invertido la relación que la ciencia moderna encontró en la iglesia inquisitiva. Hoy desde el campo de la ciencia, pero también desde los sistemas políticos altamente centralizados, no sólo es que se niegue la espiritualidad y la religión sino que, en algunos casos, el propio derecho de cada persona a ser único y diferente, o sea, la propia dignidad humana. Frente a eso hay que buscar un modelo cultural donde lo unitario y lo diverso, la espiritualidad y la ciencia, puedan convivir en armonía. Cultura que integre verdad, bien y belleza como forma de hacer frente a los graves problemas de perdida de sentido, de crisis que ya vivieron nuestros dos personajes, Simone Weil y Antonio Gramsci, en las primeras décadas del pasado siglo. Para desarrollar una cultura de ese tipo, de nada nos ha de servir modelos educativos basados en el amontonamiento de materias, en el stress, la competición feroz de hombres individualistas y felizmente integrados; sino un nuevo tipo de educación basado en las capacidades cooperativas del hombre, en el respeto mutuo, en un modelo educativo inclusivo de hombres y mujeres libres, que haga frente a los graves problemas sociales que estamos viviendo. 4 

Hans Peter Durr llama la atención acerca de la necesidad de entender la religión como actitud humilde y reverencial ante lo desconocido, ante el misterio de la vida, pero a su vez nos anima a ser valientes, a dirigirnos hacia aquellos extremos donde más inseguros nos encontramos, pues en esos puntos de máxima sensibilidad es donde más humanos somos, donde nuestras preguntas pasan de ser individuales a problemas básicos de nuestra sociedad y nuestra cultura 5. Dicha visión es la misma que defiende Simone Weil cuando afirma que no hay equilibrio entre el hombre y la realidad que vive, sino que sólo es posible reencontrar el equilibrio mediante aquellas ideas-metaxus que muestran el camino que aparece entre nosotros y lo real, lo cual es un problema, porque sino lo fuera, no nos replantearíamos nuestra relación con el mundo. El hombre debe de estar abierto a la realidad que dice que las cosas pueden ser de una manera o de otra, y que nuestra actuación tiene que ver con el resultado de ese proceso. El hombre que vive en tensión consigo mismo ilumina, irradia, en tanto que vive la vida de forma más plena e intensa, aunque a su vez, también ha de ser capaz de recobrar la serenidad que le permite actuar siguiendo un criterio propio y no caer en los impulsos negativos que provienen en ocasiones del mundo. El saber muestra que las grandes obras y empeños del hombre solo son posibles a partir de pequeños pasos y pequeñas obras: prudencia no es enemiga de virtud sino complemento de audacia.

Tanto la ciencia como la religión solo pueden acercarse a la realidad profunda mediante las analogías del arte, cosa en la que también coinciden Simone Weil y H. P. Durr. Analogías que parten de que a priori nada existe, sino que todo surge de un entre medio, una religación ilimitada de lo mismo en un sentido diferente, una diferencia que puede ser estabilizada en el tiempo en un nivel superior mediante el aporte de energía de una mano que ordena, y una reorganización de la información, o sea, mediante trabajo. Hans Peter Durr pretende acercar el rol de científico al del artista, tal y como hizo su maestro Heisemberg. En dicho sentido, y al igual que hará Simone Weil con su concepto de acción no actuante, el científico más que alguien que actúa es alguien que recibe del mundo su inspiración para la belleza. Como ejemplo, aquel músico que empieza a tararear una melodía que tiene en su cabeza aunque no sabe muy bien de donde proviene, músico que es capaz de transcribir en un lenguaje simbólico el ritmo resultante de su relación con la vida. La ciencia como aquella orquesta donde los músicos tomados uno a uno no interpretan sino una melodía sin sentido, sentido que aparece cuando la totalidad interpreta una sinfonía que en su conjunción armónica, e incluso a veces en su cacofonía, puede ser sublime. 6

El sentido ético de lo social se encuentra como totalidad, como continuo que va de la naturaleza biológica del ser humano a la irreductibilidad cualitativa de lo social a la suma de las partes que la componen. Visión holista e integral de la realidad social que parte de la intuición de la persona, de una voluntad capaz de aprender, de una visión desde dentro capaz de configurar el porvenir no desde el deseo de dominar o juzgar la realidad de otro como peor o como ajena, sino desde una ética de la memoria común que permita renovar las fuentes de la creación, de los lazos que componen lo vivo. En la sociedad global debe preservarse la individualidad del ser humano, la dignidad,7pero a su vez hay que buscar la unidad en lo diferente, la participación del hombre en lo común mediante una cooperación de carácter constructivo, no basada en un enfrentamiento miope, sino a partir de los importantes ejemplos que a lo largo de la historia nos han prestado las grandes religiones y culturas 8.

A pesar de que el hombre occidental lleva una vida de abundancia, y a pesar del todo el dinamismo de las sociedades occidentales, el hombre de la era del vacío padece una grave falta de sentido vital, de anomia, de tener la sensación de que está continuamente perdido y solo. Frente a ello tanto Weil como Durr llaman a recuperar lo bueno, o bello y lo verdadero de la tradición filosófica, así como la experiencia sobrecogedora de lo divino como perdida del ego que permite emerger a la mismidad profunda, abriéndonos a lo aparentemente incomprensible mediante una entrega que es a la vez comunión. 9 La conciencia lúcida ve en el otro rasgos que pertenecen a uno mismo, a partir de ese acercamiento es posible desarrollar un saber sobre la vida capaz de recrear valores realmente humanos 10. Ese saber de lo vivo, que permite a la vida devenir más vida, nos dice que la verdad se encuentra entre los extremos, hay que ser capaz de ir a favor y en contra ante una misma realidad, coordinar entropía y sintropia ( caos y orden), libertad y reponsabilidad desarrollando juegos cooperativos de suma positiva.

Hay que enfrentar los problemas con serenidad, ya que los valores realmente humanos necesitan tiempo para desarrollarse de forma natural. Frente al ritmo enloquecido de una sociedad acelerada y desquiciada, frente a la lógica del triunfador que en su empeño no le importa llevarse a cualquiera por delante11, hay que reconsiderar dinámicas y formas que posibiliten soluciones creativas dentro de esta búsqueda común que es la vida.

domingo

En el umbral de la vida...

En el umbral de la vida.



Mírala ahí delante, la playa donde empieza el extraño mar de la realidad. 

Toma su mano y déjate llevar sin preguntar.



Una mirada clara que ya habías soñado, la luz de tu ilusión más niña, 

y sin embargo todo es ya distinto.



Anda, llama a tus sueños, amásalos, oblígalos a fermentar, hazlos verdad.



Sin miedo, corazón, 

pasa el umbral, 

ten valor para la dicha, acepta la belleza

eres mujer.



Échate a las espaldas tu cariño por las cosas, tu amor, todo tu mundo.

Anda, obedece a tus entrañas, 

deja por un rato lo correcto y lo sumiso. 

eres digna de la vida.



Soñar carne, soplo, vida,

verás que todo es extraño, quizás distinto,

pero no es sino por esa gota de nobleza que en ti habita, 

y que pronto llevará a que la realidad, todo el mundo

te pertenezca.

viernes

En torno a la razón poética de María Zambrano.



El hombre que reflexiona sobra si mismo se ve enfrentado a una imagen especular que se clava poco a poco sobre su conciencia. Yo que emerge de su propio derrumbe, conciencia de la filosofía occidental que deja en la sombra todo aquello que tiene que ver con la sensibilidad humana. Desde Platón y su celebre disputa con los poetas, que no es sino quizás la de un lírico frustrado, pasando el Descartes de las reglas y las meditaciones, la filosofía ha dejado atrás toda visión poética, creadora de la realidad, y así, los sentimientos se han visto arrojados al plano de aquello que además de inducir al error, no ha de ser dicho. 
Habrá que esperar a Kant y su rehabilitación del gusto en la crítica del juicio para hacer entrar en colación una verdad que aún siendo evidente parecía velada por un tremendo olvido, que en el hombre el ser libre del existir es querer que parte del sentir.
El pararse del hombre a pensar, el conocerse a uno mismo siempre parte de una realidad que lo apela, que lo ensimisma en un problema que ha de ser afrontado o bien mediante un trabajo, en el caso de la relación que el hombre mantiene con la naturaleza, o mediante una poética, en el caso de la relación del alma con el mundo. 
A través del espejo se abre un camino, ventana de luz que parte de las sombras del propio hombre, camino que va del sufrir a un lugar primigenio donde es posible poder vivir. Camino que no es el de la verdad de lo real, sino de un logos que se adentra en la poético para recuperar lo sagrado que hay en la vida, yendo más allá de la búsqueda de lo perdido y del súbito dolor que al dolor lleva, mediante una palabra que brotando de manantial sereno, abre en lo que es un horizonte nuevo. 
Si el espejo de la filosofía no es ventana para ver más allá del yo el diálogo puede ser catalejo para distinguir entre el marasmo de ecos de la jungla de lo real y el monótono soliloquio de una razón enredada en la noria del tener-poder la forma de  recordar el ser propio del sentir. Ser que cabalga entre silencios y palabras y que en la pureza de lo que religa más allá de la realidad la crea. 
El hombre que uno es fue un niño que ahora busca un paraíso perdido una Edad de oro, un diálogo nutritivo con la tradición de la que parte, cuando se va para mejor darse, para no ser únicamente  ser para la muerte, sino ser vivisintiente que hace de su ser arrojado al existir, abrazo que desde su propia nada se propulsa desde lo humano de una razón poética que reintegra los diferentes fragmentos que habitan los infiernos del hombre a partir de la dinámica clara y pura del eros.
La poiesis es expresión y creación al unísono. Es lo que es, unidad de la que nacen separándose poesía y filosofía, dando como resultado y efecto lo que hay: un conflicto histórico entre filosofía y poesía, inaugurado por el joven Platón, el cual sanciona a los sofistas como fabricantes de sueños y de sombras. Por el contrario para María Zambrano, Filosofía, Poesía y Religión caminan en un mismo sentido. La razón poética será metafísica y religiosa, mundana y filosófica. Parte del símbolo como imagen comprendida y descifrada por una razón que adecua la totalidad del animo al transcurso de la vida cotidiana. El símbolo es tanto lo que acomoda el pensamiento uniendo sentimiento y razón, como lo que nos permite clarificar la imagen del sueño como si de una ventana a la vida del espíritu se tratase. Es un fragmento con sentido religante, apertura a la vida anímica común de los hombres, al sistema social que le confiere un significado al relacionarnos con lo real y viviente: ¨Y la verdad es que toda realidad se anuncia y anuncia algo; todo lo real tiene un carácter profético¨ .Será lo que mueve en tanto que interesa, en tanto que produce relaciones vivificantes entre personas. Símbolo como camino que descifra el laberinto donde mora lo poético. En dicho laberinto los indicios son jeroglíficos que sólo el sentimiento soluciona ya que la razón se enreda o tropieza, salidas que transmutan el mal y proporcionan aquella confianza que vivifica y da plenitud al hombre.
La razón clásica expulsó a todo aquello que no cabía dentro del sistema de la razón técnica, instrumental. Para Zambrano se ha tendido a ver la razón como una, analítica, lógica, causal, pero sólo desde la constatación de la crisis cultural que se venía anunciando desde el siglo XIX, se ha intentado recuperar el sentido que reconcilia a la realidad con una filosofía, que sin ser contraria a la ciencia, se interesa por otras formas propias del devenir de la vida del hombre. Zambrano piensa que la crisis de occidente es producto del desfase que media entre el desarrollo de las ciencias y la técnicas, y aquellas otras disciplinas que se refieren a lo humano. La deshumanización del arte es sólo reflejo de la perdida de atributos de un hombre demasiado ocupado en hacer frente al ritmo vertiginoso de una vida que se descompone, una vida donde no es posible pararse a pensar ni por un instante en quien es realmente uno mismo, cuales son los problemas que uno sufre y cuales son las posibles soluciones con las cuales afrontar dichos problemas. Ahí aparece la poesía como un despertar del pensamiento a partir de lo sentido que a su vez es sentido que permite al hombre encontrar su propio ser a partir de aquello que le falta, guía y raíz de un sentir originario, razón nueva que ilumina en tanto que siendo útil a nuestros propósitos no es mera posición utilitaria frente a la vida. Se presenta como algo más que la simple vida, vida nueva que rescata los sentidos sin por ello caer en la irracionalidad. El poeta parte del asombro, de la dispersión del corazón, de la palabra irracional que en él habita. En su búsqueda, que es caída y donación, se aleja de la realidad en silencio e intenta comprender lo que esconde dicho asombro, entre su cielo y sus infiernos, desde la desesperación y la angustia, poco a poco y con gran esfuerzo, pasa del el embriagamiento a la plenitud de la claridad. Es la escenificación de la tragedia humana, de la danza macabra de la muerte a la que únicamente la fuerza del amor vence.
En el Banquete de Platón se destaca la importancia que el amor marca respecto a la vida humana, ya que a partir del eros el alma recuerda lo que era y había perdido. La lectura platónica que Zambrano realiza parte de la interpretación que sobre esta lleva a cabo Plotino en sus Eneidas, así como del camino que San Agustín marca a la patrística. La relación entre filosofía y poesía, entre ciencia e imaginación, se vivifica de forma creciente en la modernidad dando como ejemplo aquella ética espinoziana donde las pasiones humanas son tratadas como si de líneas y superficies se trataran. El artista desarrolla desde entonces una gran lucidez acerca de las secretas pasiones que guían el actuar humano. Muestra de ello serán los atormentados personajes de las tragedias de Shakespeare, o Cervantes. A continuación, tanto románticos como simbolistas harán de las fuerzas divinas y demoniacas su centro de atención. A partir de aquí, arte y vida pretenderán ser una misma cosa valiéndose de las labores de una razón prometeíca, que en su empeño de transformar el mundo, desarrolla una ética que exalta la vida a partir de la angustiosa mirada que presta, mirar desde el precipicio que el mismo poeta representa.. Una angustia que le mueve a anhelar lo que le falta, a buscar su ser fuera de si, a ser vehículo del propio logos en su búsqueda de lo perenne, lo que aparece a partir de un sentir originario y primitivo, un discurso acerca del amor y el sufrimiento que propaga la vida y la transciende.
María Zambrano.
-Algunos lugares de la poesía.Trotta, Madrid 2007.
-La razón en la sombra. Antología crítica. Siruela, 2004.

domingo

madrid

madrid es una vertebra gritando a un corazón, dos jóvenes ensayando en la puerta de atocha o aquella profesora de teatro, angela, que me decía que hay gente que roba energía y a cambio te deja vacio... mientras el de la vertebra, debajo de aquel puente de suicidas, se abría el corazón ante un niño que con asombro ante la representación... sonreía... madrid es la plaza del dos mayo con maría y hortaleza y la elipa con nerea, .. patxaranes mágicos con antonio, e ir por lavapies después de la mani entre polipoéticas conversaciones con alfonso... dormir en la casa de campo, avenida extremadura, fiesta del PCE ... san fernando de henares con celia y fuenlabrada en fuengirola, con aquella flor de luna que poco después intentaron violar y ya no quería salir de casa... en casa de María, entre frases de autoayuda troskista colgadas en la pared, cerquita de donde murió el de los secretos... la casa del mono y la marimar en mendez alvaro, bajar con la isa por arco de cuchilleros cantando fun fun culumbio culumbio o ir a robar postales al reina sofia... madrid como un sueño, o una putada muy grande, como aquel coreano al que después de dar una paliza de muerte en el metro le robaron todo... madrid es eva con conjuntivitis y el rata planeando el qué hacer de la revolución, después de buscar a las 6 de la mañana un bar que estuviera abierto... compañero me quedo un rato contigo, en madrid, soñando que hacer con nuestras vidas...

al rata...

viernes

¡oh vida futura!

Cierra los ojos y olvida.
Escucha el agua en los vidrios tan calmada. No anuncia nada.
Sin embargo, se escurre en las manos,
¡tan calmada! va inundando todo…
¿Renacerán las ciudades sumergidas?
¿Los hombres sumergidos -volverán?
Mi corazón no sabe.
Estúpido, ridículo y frágil es mi corazón.
Sólo ahora descubro cómo es triste ignorar ciertas cosas.
(En la soledad de individuo
desaprendí el lenguaje
con que los hombres se comunican).
Otrora escuché a los ángeles, las sonatas, los poemas,
las confesiones patéticas.
Nunca escuché voz de gente. En verdad soy muy pobre.
Otrora viajé por países imaginarios, fáciles de habitar,
islas sin problemas, no obstante exhaustivas.
Mis amigos se fueron a las islas.
Las islas pierden al hombre.
Sin embargo algunos se salvaron y trajeron la noticia
de que el mundo, el gran mundo está creciendo todos los días,
entre el fuego y el amor.
Entonces, mi corazón también puede crecer.
Entre el amor y el fuego,
entre la vida y el fuego,
mi corazón crece diez metros y explota.
-¡Oh vida futura! nosotros te crearemos.

carlos drummon de andrade

domingo

las olas

Sí, ésta es la eterna renovación, el incesante subir y caer, y caer para volver a subir.
Virginia Wolf. Las olas

jueves

poema a cuatro manos, avec Lorena.

el soñar siempre tiene que ser hacia delante
proyectar, disparar, luego mirar
dos sentidos una única dirección
desde lo profundo llega hasta el sol.
con la orejas muy rojas…
llega a ningún sitio
te mira, te parte el alma…
el amor
palabra terríblemente sobredimensionada.